Coreógrafo chileno tiene una destacada carrera a nivel nacional e internacional. Sus piezas se han presentado en Chile, Francia, Inglaterra, Alemania y Grecia, entre otros países. Después de años trabajando como profesor y coreógrafo asociado de The Place, en Londres, regresó al país en 2011 para formar Jose Vidal & Cía. Las obras de Vidal se caracterizan por ser interdisciplinarias, transversales, experiencias inmersivas y sensoriales donde se invita al espectador a participar en diferentes niveles: desde ser testigos hasta co-creadores. Los diversos orígenes y experiencias personales y profesionales de sus performers, aportan una amplia variedad de posibilidades a sus creaciones.
Infinito es un viaje sin término. Es la evidencia de que todo comienza mucho antes de que lo sepamos y de que, también previo a nuestra noción, nada ha dejado jamás de transformarse. Infinito es un eterno inconmensurable.
Porque un ser vivo es una memoria que actúa. Circunscripciones y mezclas azarosas.
Una red construída de sucesos arma el tejido invisible que nos envuelve. Y es de aquello que no podemos retener que están hechas las estrellas.
El trabajo de José Luis Vidal utiliza la danza como una herramienta que permite a los seres humanos ejercer su capacidad de sanar las heridas personales y del tejido social. Un lenguaje común que se basa en el respeto y que promueve la construcción de nuevos entendimientos. Invita a explorar y crear nuevas conexiones neuronales para ser capaces de contenernos mutuamente en el cambio y la adaptación.
Vidal ofrece un viaje al interior, desde las células hasta ser parte del todo y propone, en un espacio de bondad, transgredir las auto limitaciones y condicionamientos para que las personas se hagan flexibles. Porque es la rigidez lo que produce las quebraduras. En su trabajo, Vidal entiende el cuerpo como una extraña prenda que acompaña las órdenes de la imaginación y ofrece la posibilidad de tomar conciencia sobre el origen común fomentando una convivencia lúdica y festiva.
La invitación de Infinito es al ejercicio de volver al útero de la tierra hasta encontrar esas grietas por donde se cuela la luz, donde el sol traspasa la carne y genera un sentimiento de belleza y plenitud. Sentir las primeras sequías, los primeros remolinos, los primeros rayos, los primeros desbordes.
Posicionarse en el desierto de vida sutil, percibir la humedad subterránea, conocer la constitución ósea y mineral, sentir el agua, el fuego, el aire y la tierra. Ser el eco del futuro, a merced de ese misterio que une todo.